Al finalizar el mes de julio, 131 personas perdieron la vida en 122 accidentes de tráfico, según el balance publicado por la Dirección General de Tráfico (DGT). Esta cifra supone un aumento respecto a la misma cifra de julio de 2019, cuando fallecieron 14 personas menos.
La razón de este aumento de la siniestralidad podría encontrarse en un aumento en el número de desplazamientos de largo recorrido, pasando de los 43,3 millones de julio de 2019 a los 45,2 millones. Sin embargo, para el director de la DGT, Pere Navarro, la causa de este fenómeno es otra.
"El calor es un factor que incide y afecta. Cometemos errores con el calor, y los errores en la carretera, al volante, se traducen en accidentes", ha explicado el director general de la DGT, Pere Navarro, en una entrevista en el canal 24 Horas recogida por Europa Press, quien ha acompañado la aseveración con otro número: "2.124 fallecidos por ola de calor. Creo que las cifras hablan por sí solas", ha recalcado.
Conductor, pasajero y coche
A falta de un estudio de correlación que corrobore la hipótesis de Navarro, lo cierto es que no es la única voz que asocia calor con accidentalidad. Hace menos de un mes, en pleno mes de julio, la Asociación Nacional de Autoescuelas (ANAES) advertía que las altas temperaturas afectan negativamente a la conducción, ya que ya que las posibilidades de sufrir un accidente de tráfico aumentan un 20 por ciento al sentir el conductor calor extremo.
Del mismo modo, ANAES señalaba que, con una temperatura en el vehículo superior a 35ºC, el conductor deja de percibir el 20 por ciento de las señales y aumenta sus errores en un 30 por ciento.
Según la asociación, el calor incrementa la deshidratación, genera irritabilidad y fatiga, lo que desencadena un descenso de la capacidad de atención al volante y un aumento del tiempo de reacción del conductor ante los imprevistos.
El mismo calor, además de afectar negativamente al conductor, afecta al resto de pasajeros, quienes pueden sufrir somnolencia, calambres musculares, bajada de la tensión arterial y agotamiento, y a determinados elementos de los propios vehículos, como el radiador, el nivel de aceite, los neumáticos, el líquido de frenos o la climatización.
Fuente Noticia: eleconomista.es